Malena

Malena.






Los primeros acordes de los músicos se hacen presentes, la luz tenue de la habitación torna carmín y de a dos los bailarines rellenan el espacio frente a sus ojos, Manuel sabe que es esto, lo sabe tan bien, que la sidra en su mano tambalea un poco y  sin dudarlo piensa que sería mejor algo más fuerte para acompañar.





El aire contenido en las gargantas de los turistas se deja escapar a un tono cuando el rubio muchacho toma su lugar cerca a los músicos, mientras un suave tango inicia y Martín como siempre saca a relucir sus dotes de galán.





"Malena canta el tango como ninguna
y en cada verso pone su corazón."





Oh aquella canción, cuantos recuerdos traía a Manuel aquella canción, porque Martín era un hombre que sabía amar y amaba bien pero muy bien tres cosas, sus asados que eran intocables y que freía con una sonrisa en sus labios sabiéndose el rey de la parrilla y porqué no, de todo el mundo, sus tangos que eran tal cual hijos y que cada vez cantaba con mayor congoja desatando dentro del propio Manuel un aire extraño de recuerdos… y como la mayoría del mundo sabía y muchos le reclamaban, Manuel simplemente no gustaba de recordar y las damas, las hermosas damas, con sus escotes ceñidos y faldas largas que aún así terminaban a medio muslo, las sonrisas coquetas y la promesa a flor de piel de amarte para siempre, Martín era un galán, mucho más galán de lo que Manuel jamás había podido ser.





"Malena canta el tango con voz de sombra,

Malena tiene pena de bandoneón."







Las palabras se extienden entre sus labios y los bailarines dan vueltas asombrando a turistas extasiados con el movimiento, sin embargo de momento Manuel solo puede mirar a su vecino y sentir su boca seguir la ajena sin querer,  como si aquellas canciones simplemente se hubiesen impregnado en su subconsciente; Manuel lo entiende, al ver a sus chicas sentadas un par de mesas más allá, repletando el lugar, aquellas que ya no eran jóvenes pero que en sus años mozos alucinaron con Gardel (Que Sebastián lo pillase confesado si llegaba a decir que le asociaba a Martín) siguiendo la canción en un coro lánguido y nostálgico como sumergidas en un sueño de años mejores que ya no podían volver; El propio Manuel siente por ligeros segundos, con el corazón constreñido que desearía recuperar el tiempo.







"Tu canción
se hace amarga en la sal del recuerdo."







Manuel recuerda, oh esta canción dedicada a una amante incorpórea que no sabe bien quien es, sus labios se aprietan de golpe y la sonrisa de Luciano a su lado cada vez le es más molesta, aquel Luciano con el que generalmente no tiene problemas y que sin embargo en momentos como este pareciese existir solo para amargarle más y más.





La copa de sidra se termina y la dueña del local le mira con una sonrisa.







-¿Querés más cariño?







Se siente tentado a pedir un trago más fuerte sin embargo de un momento a otro algo ocupa sus pulmones y no puede sacar la voz, solo asiente y ella camina hacia el bar para traer otro, Martín ha extendido una nota y Manuel sabe, o más bien se convence, que no es culpa de ello que de un momento a otro no pueda hablar… claro que no.





Oh Malena, la mujer del tango abandonado y la sonrisa quebrada por la pena, una mujer ideal para Martín, una mujer que ciertamente inspiraría una canción como esta y que el rubio cantaría con tal entrega como lo hace de momento, con los ojos cerrados, las manos sosteniendo con fuerza el micrófono y la luz tenue sobre si.







"Tus ojos son oscuros como el olvido,
tus labios apretados como el rencor"






Y Manuel siente celos, celos que no alcanza a comprender, sus manos sostienen con fuerza la nueva copa de cidra y Sebastián solo alza una ceja ante ello como si notase el comportamiento repetitivo de su persona al escuchar tal canción; La Malena de los barrios de Sao Paulo, la Malena de Luciano… la Malena que había inspirado el tango que Martín cantaba con tanta añoranza, la Malena coqueta como las chicas de los bares, como ojos oscuros y falda apretada, la Malena que no era él.







"Malena canta el tango con voz quebrada,
Malena tiene pena… de bandoneón."







Se sienten los aplausos, aplausos para los bailarines más que para el cantante aunque obviamente la atención de Manuel ha permanecido siempre con el rubio, rubio que sonríe tenuemente recuperando el aliento y se acomoda el sombrero dando una fugaz mirada alrededor del lugar, siendo consciente de su encanto, de la mirada perdida de las jóvenes turistas y el orgullo en ojos de la dueña del local.







-Pibe sos divino.

-Ya lo sé Mari, vos también lo sos.







Se toman unos minutos de descanso, las luces suben un poco y el 'rincón del tango' se llena de sonidos y murmullos, felicitaciones, uno que otro 'salud' y el flash de las cámaras tratando de llevar consigo un poco de aquel instante.







-Manu, seguís así y me tragás pibe.







Martín sonríe bobalicón tomando asiento junto a Sebastián, Luciano hace un comentario a medio español muriendo y el rubio suelta algo de vuelta que Manuel no comprende porque no está poniendo atención. Se olvida de contestar a la frase anterior, con el corazón apretado y la rabia fluyendo, así también pena y algo de resignación.







-¿Una foto?







Y mientras un par de sus chicas se acercan al rubio y este vuelve a ser el mismo canchero de siempre, Manuel se siente un metro más lejos, una canción más de distancia y un silencio más, agregado a su larga lista de frases que jamás le dijo y jamás le dirá, porque Malena cantaba el tango como ninguna para Martín y por ello mismo él le canta de vuelta con su alma,  pero Manuel… Manuel simplemente no es suficiente material para una canción y sabe que por más que se esfuerce nunca lo será.





Fin.